Leyendo «La carretera», de Cormac McCarthy (II)

[Página 63 hasta el final]

PCV.—¿Qué pasaría si la civilización, la organización social y cultural del ser humano —con sus virtudes y defectos—, llegara a su fin, eliminándose cualquier trazo de orden, legalidad, seguridad, bienestar y protección?

¿Qué pasaría si una ceniza sempiterna dibujara, mientras cae diariamente, el nefasto paisaje de un invierno nuclear, sin sol, fotosíntesis ni cosecha o cultivo posible, salvo el infame goteo de una lluvia ácida que carcome lo material?

¿Qué pasaría si la electricidad se fuera, las represas dejaran de funcionar, las centrales nucleares estallaran y las instalaciones carboníferas se abandonaran, desconectando un mundo que, aparentemente, sólo se concibe conectado?

¿Qué pasaría si la carestía arreciara, torturando los estómagos debiluchos y hambrientos, desesperando los paladares, motivando la búsqueda desesperada por alimentos abandonados o, en peores términos, la antropofagia descarnada?

¿Qué pasaría si usted, con su esposa y su hijo, sobreviven a esto, pero ella no ve salida posible, sino la muerte, próxima, latente y, lamentablemente, dolorosa e incluso macabra?

¿Qué pasaría si usted decide volver al estado primitivo, al nomadismo errante, enfilando hacia el océano, con la vana esperanza de que el mar —origen de la vida terrícola— bañe de esperanza este mundo aniquilado?

¿Qué pasaría si no puede comer más que raíces secas y agua turbia, y mientras busca comida incansablemente sólo toca con sus manos un revólver con tres balas que bien puede funcionar como garantía defensiva y, también, como mecanismo de autodestrucción?

¿Qué pasaría si sabe que pronto morirá y su hijo quedará a la deriva, solo, a la espera de otro hombre bueno o de un trastornado que hace tiempo, no se sabe, perdió sus cabales?

Le diría, quizás, que está orgulloso, que él es el mejor, que siempre lo ha sido y que estará bien. Cerraría, con un suspiro postrero, cargado de polvo y cenizas pero trayendo el hálito de la esperanza, una gran travesía de amor filial en el fin de la civilización tal como la conocemos.

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Un comentario en “Leyendo «La carretera», de Cormac McCarthy (II)

  1. Por favor Patricio no nos asustes es cierto que hay que crear conciencia especialmente aqui en U.S. POR QUE reconozcamos que este pais es adonde todos miran.
    y cuando aqui se pongan ha actuar en este tema sera motivo de estimulo para el mundo.
    Aclara me algo esto es un libro o una pelicula?

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