¿Cansado de Facebook, X o Instagram? La arquitectura federada impulsa redes sociales descentralizadas donde tú eliges la comunidad, controlas tus datos y participas sin publicidad invasiva. Así funciona el Fediverso. Este artículo fue producido a partir de un módulo que impartí en noviembre de 2023 en el Diplomado de Comunicación y Derechos Humanos de la Universidad Alberto Hurtado.
¿La internet sigue siendo un espacio libre y abierto? Durante años, las grandes plataformas centralizadas —como Facebook, Twitter o YouTube— moldearon el modo en que nos informamos, socializamos y debatimos. Pero a medida que crecen las preocupaciones sobre el control de los datos, la manipulación algorítmica y la vigilancia corporativa, una idea alternativa empieza a ganar fuerza: la internet descentralizada.
Este concepto propone reimaginar la red como un ecosistema distribuido, donde las personas eligen las plataformas que usan sin quedar atrapadas en silos cerrados. No se trata de una utopía lejana: el Fediverso —una red de plataformas federadas como Mastodon, Pixelfed o PeerTube— ya ofrece una experiencia social sin publicidad invasiva ni algoritmos opacos.
“Las estructuras centralizadas no están diseñadas para la eficiencia sino para el control”, escribió Marta Peirano en su libro El enemigo conoce el sistema. “La internet social tal y como la conocíamos parece haber terminado”, escribió el periodista Kyle Chayka en The New Yorker. Esa sensación de agotamiento se acompaña del deseo por recuperar el control sobre nuestras experiencias digitales.
¿Qué propone realmente la internet descentralizada? ¿Qué rol cumple la arquitectura federada? ¿Y por qué este modelo está captando el interés de comunidades y activistas digitales?
En este artículo exploro esas preguntas, sin un ánimo nostálgico, pero con mirada crítica.
¿Qué significa que internet sea descentralizada?
La descentralización es una idea técnica, pero también política. Cuando hablamos de una internet descentralizada nos referimos a una red que no depende de un único servidor ni de una sola autoridad para funcionar. A diferencia de la estructura centralizada —donde las decisiones, los datos y el control se concentran en pocas manos—, la descentralización distribuye el poder entre múltiples nodos que operan de forma independiente pero interoperable.

Esto tiene consecuencias concretas. En una red centralizada como Facebook, todo lo que publicamos pasa por sus servidores y sus reglas; es más: tus seguidores no son tuyos, son de Facebook.
En cambio, una red descentralizada permite que cada persona, grupo o comunidad elija su propio servidor, con sus normas, pero sin perder la capacidad de interactuar con otros. Es una arquitectura más parecida al correo electrónico que a las plataformas actuales.
Hay otra capa en esta discusión: la arquitectura distribuida, que a veces se confunde con la descentralización. En lo técnico, ambas pueden parecer similares, pero la descentralización implica también autonomía: no basta con repartir servidores, es necesario que los usuarios tengan control sobre sus datos, su identidad y su experiencia digital.
Ese control ha sido fundamental en el modelo de negocio de las redes sociales actuales. Algoritmos opacos, publicidad hipersegmentada y moderación unilateral —o inexistente— son síntomas de una lógica de vigilancia y dependencia. Frente a ello, la descentralización propone una arquitectura que prioriza la soberanía del usuario, la transparencia del protocolo y la posibilidad de elegir sin quedar atrapado.
Desde esta perspectiva, la descentralización no es solo una alternativa tecnológica, sino una apuesta por rediseñar los vínculos digitales desde la autonomía, la diversidad y el cuidado. Es un intento por recuperar internet como un espacio común, y no como una propiedad privada (sí, ya sé, acá me puse nostálgico).
De la Web 1.0 al Fediverso: cómo llegamos hasta aquí
La historia de internet no es lineal, pero sí tiene hitos que explican su transformación.
La llamada Web 1.0, surgida en los años noventa, era una red estática, basada en documentos HTML. Navegábamos páginas (que demoraban minutos en cargarse), consumíamos información, pero apenas interactuábamos (a menos que usaras Latinchat, esa tierra de depredadores). Era una experiencia unidireccional.
Luego vino la Web 2.0, que introdujo la participación, las redes sociales y las plataformas colaborativas. También marcó el inicio de la centralización que hoy cuestionamos.
El auge de Facebook, Twitter (jamás le diré «X») y YouTube consolidó este nuevo paradigma: ofrecer servicios “gratuitos” a cambio de recolectar y procesar datos. Lo que parecía una democratización de la voz en internet terminó convertido en un ecosistema regido por métricas, algoritmos y dinámicas de captura de atención.
El scroll infinito es solo una manifestación de esa captura.

En paralelo, emergió la promesa de una Web 3.0, asociada a tecnologías como blockchain, tokens y contratos inteligentes. Pero incluso Tim Berners-Lee, considerado uno de los creadores de la web, ha sido crítico con esa etiqueta. “La Web3 no es la red”, dijo en una entrevista con Fast Company.
En este contexto aparece el Fediverso, una propuesta concreta que reimagina las redes sociales bajo principios federados. A diferencia de la Web 3.0, no busca descentralizar el dinero, sino la conversación.
Plataformas como Mastodon, Pixelfed, Lemmy o PeerTube no son versiones “alternativas” de Twitter o Instagram: son espacios interconectados, donde cada servidor (o instancia) puede tener su propia comunidad, normas y enfoques, pero dialogar con los demás a través de un protocolo común.
Eugen Rochko, creador de Mastodon, expresó en entrevista con Time que su objetivo ha sido demostrar que “hay una mejor manera de hacer redes sociales que la que permiten empresas comerciales como Twitter y Facebook”.
Fediverso y arquitectura federada: cómo funciona esta alternativa
El Fediverso —abreviatura de «universo federado»— es una red de plataformas que funcionan bajo una arquitectura descentralizada, pero interconectada. Cada instancia o servidor tiene su propia base de datos, sus normas y su comunidad. Sin embargo, gracias al protocolo ActivityPub, estos servidores pueden comunicarse entre sí: una persona usuaria de Mastodon puede seguir a otra en Pixelfed o comentar en una publicación de PeerTube. Es la descentralización funcionando con interoperabilidad.

Esta lógica promueve la autonomía, porque cada persona puede elegir una instancia que refleje sus valores, y al mismo tiempo conservar la conexión con otras comunidades digitales.
Una de las grandes ventajas de este modelo es el control sobre los datos personales. No hay algoritmos diseñados para maximizar la adicción, ni publicidad segmentada por perfil psicológico. Bob Murphy, de opensource.com, lo resume así: el Fediverso permite “evitar la publicidad, los algoritmos y otras molestias que plagan muchas redes sociales”.
Durante mi clase en el Diplomado en Comunicación y Derechos Humanos mostré una estadística que puede parecer contradictoria: en 2023, la tasa de crecimiento de nuevas personas usuarias en redes sociales fue apenas de un 2,4% (fuente: Insider Intelligence/eMarketer). A pesar de su hegemonía, el entusiasmo por estas plataformas parece estancarse. En contraste, el Fediverso crece lento pero sostenido, especialmente en contextos donde el control algorítmico se vuelve insostenible.
Por supuesto, no todo es ideal. A continuación, resumo algunas ventajas y desafíos que conversamos en el módulo.
Ventajas de la arquitectura federada
- Mayor seguridad y privacidad: al distribuir los datos y dar mayor control a las personas usuarias, se reduce el riesgo de filtraciones masivas o usos indebidos.
- Mayor autonomía y soberanía digital: las comunidades pueden crear sus propias instancias, definir sus reglas y no depender de empresas con intereses comerciales.
- Mayor innovación y diversidad: al no haber una única empresa controlando todo, emergen soluciones más creativas y adaptadas a distintos contextos culturales y sociales.
Estas ventajas permiten pensar la comunicación digital no como un producto sino como una infraestructura pública.
Desafíos de la internet descentralizada
- Mayor complejidad técnica: para muchas personas, instalar o administrar una instancia requiere conocimientos que no son triviales.
- Mayor responsabilidad ética: al no existir una autoridad central, la moderación de contenidos, la convivencia y la prevención de abusos dependen de acuerdos comunitarios.
- Mayor incertidumbre económica: muchas plataformas del Fediverso se sostienen por donaciones o trabajo voluntario, lo que puede dificultar su estabilidad a largo plazo.
Aceptar estos desafíos no implica descartarlos, sino integrarlos como parte del proceso de construir una internet más justa.

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