Lecciones simbólicas y materiales de los muros en la historia

La construcción de murallas en ciudades y barrios, para proteger o encerrar, es una constante que mantiene su vigencia. Un seminario en la Universidad Católica abordará sus dimensiones políticas, bélicas y culturales, transitando desde la Gran Muralla China hasta las ásperas fronteras entre Palestina e Israel.

En Carne y Piedra, el sociólogo Richard Sennett describe cómo en medio de la «podredumbre moral» de la Venecia del siglo XVI se acentuó el desprecio por los judíos, a quienes se acusó de diseminar la sífilis y la lepra. La ciudad desechó la expulsión y, en 1515, optó por la segregación en el Ghetto Nuovo , rodeado de agua y conectado por dos puentes. Lo que faltaba era «cerrarlo con un muro».

Así se selló, en palabras de Sennett, «un espacio profiláctico» que aisló a los judíos de los cristianos, a una minoría considerada corrupta por la mayoría pura. «La ‘ciudad’ quedó establecida como una entidad legal, económica y social demasiado amplia y variada como para vincular a todos sus habitantes», escribe el autor.

El episodio veneciano ilustra un nutrido historial de separaciones, apartamientos y divisiones, donde las murallas y barreras han sido protagonistas, con una transversalidad geográfica que abarca distintas sociedades y épocas. Incluso hasta hoy.

«Es sorprendente ver cómo se construyen muros en una era llamada ‘globalización'», afirmó el intelectual Tzvetan Todorov en una entrevista que concedió el 2010. Todorov, quien vivió las restricciones de circulación de la Cortina de Hierro en Europa, hacía alusión al muro divisorio entre Palestina e Israel, pero también a nuevos tipos de barreras dentro de la ciudad: «sistemas de protección para hogares de lujo», en sus palabras.

Otros pensadores como Noam Chomsky han hablado del «muro como arma», ya sea para quitar tierras como para impedir los flujos de inmigración, afectando la cultura y sociabilidad. El caso del Muro de Berlín, una sangría que perduró en la ciudad alemana por 28 años, es paradigmático.

«Aunque la caída del Muro haya sido hace 20 años, sigue existiendo esa diferencia entre el occidente y el oriente de Alemania», asegura Johannes Rehner, académico del Instituto de Geografía de la Universidad Católica. «La pregunta en Alemania es hasta qué medida esta percepción de esa diferencia es algo que todavía se relaciona directamente con la confrontación de esos dos sistemas, o es un tema de identidad regional».

Rehner propone que la discusión sobre los muros debe ser planteada en diferentes escalas -local, nacional-, con diferentes objetivos -proteger, encerrar, dividir- y diferentes percepciones entre lo propio y lo ajeno, entre la inclusión y la exclusión, de acuerdo al contexto social y político.

Junto a otros seis académicos, Rehner participará en el seminario «Muros con historia», organizado por el Instituto de Historia de la UC entre el 17 de octubre y el 5 de diciembre. Los temas van desde los muros sociales a hitos como el Muro de Adriano y la Gran Muralla China, llegando a las divisiones modernas, vistas con el cedazo de la geografía, la ciencia política y los estudios urbanos. Una oportunidad para discutir los vestigios materiales y simbólicos de los muros.

Vigencia del muro: las experiencias recientes

Tanto en la frontera de Estados Unidos con México como en los porosos límites entre Israel y Palestina se han erigido muros polémicos. En octubre de 2006, el Senado estadounidense aprobó la construcción de una «reja de seguridad» en su frontera sur para detener la inmigración ilegal y el tráfico de drogas. Sus críticos cuestionan el daño al medio ambiente, la división de las escasas comunidades aborígenes remanentes y el peligro para quienes intenten cruzar. La amenaza de los carteles de la droga que operan en el norte de México fue otro catalizador para su construcción.

Alrededor del año 2000, tras los atentados de la llamada «Segunda Intifada», Israel también levantó un muro-reja en la frontera con Cisjordania. En una década el número de ataques efectivamente ha disminuido (argumento que enarbolan los partidarios de la medida), aunque también se excedió en los límites establecidos, anexionando territorio palestino (argumento de sus opositores).

El cientista político Roberto Durán cree que la decisión de levantar el muro-reja en Israel responde a una decisión abrupta. «Llevar adelante una decisión en momentos en que probablemente la racionalidad no es lo que prima, no es una buena decisión. Creo que en el ámbito israelí no fue bien recibida».

—¿El muro es una negación del diálogo político?
«Más que una negación es una decisión que apunta a que el diálogo de las dos partes esté postergado».

Para Johannes Rehner, «lo que se construye en Estados Unidos, en Israel, en condominios, siempre son muros que tienen una legitimación a partir de la protección de uno hacia el otro. A pesar de todos los procesos que se han observado en los últimos 20 años, de acercamiento, de término de ciertas confrontaciones a nivel global, pienso que la tendencia es a construir identidades propias diferentes a lo que son los otros, construir ideas muy fuertes en el colectivo, que el otro se puede caracterizar por ciertos elementos, y ese otro es una amenaza para mí».

Adriano traza un límite

Una isla, una visita y una política. Desde el año 122 d.C., el emperador Adriano realizó un recorrido por las provincias occidentales del Imperio Romano. El historiador Nicolás Cruz relata que cuando Adriano llegó a Britania decretó el levantamiento de un muro para fijar la extensa frontera imperial en la isla, para así proteger el sur «de los ‘pueblos belicosos’ del norte».

«Comenzó así a levantarse la construcción más importante e imponente del sistema fronterizo del Imperio romano. Cabe tener en cuenta que la visita de un emperador a una de las provincias implicaba la construcción de obras importantes que destacaran la importancia del huésped y dejaran un recuerdo del paso imperial por el lugar».

Cruz explica que la edificación de este muro -más la empalizada en la frontera de Germania Superior- modificó la política expansiva de Trajano, su antecesor. «Se trataba de la reedición de una antigua polémica al interior de un poder romano dividido entre la expansión ilimitada y la mantención de lo conseguido. Para Adriano, las construcciones fronterizas debían constituir una marca clara de hasta dónde Roma extendía su poder, lo cual implicaba, automáticamente, indicar qué espacios no eran considerados de su interés». Según el historiador, así se pretendía separar a los romanos de los bárbaros, y las poblaciones que quedaban en su interior experimentaban el control imperial. «El muro -dice Cruz- significó cortar el norte y el sur y con ello una serie de flujos y tráficos que se daban desde tiempos inmemoriales. Por otra parte, los estudios sobre las fronteras en la historia han demostrado que éstas nunca funcionaron con la eficiencia que desearon quienes las proyectaron. Habitadas por seres humanos, cuidadas muchas veces por originarios del mismo lugar, fueron más abiertas de lo que indican los informes oficiales».

Muralla «empapada en lágrimas»

Para la historiadora María Montt, directora del Instituto Confucio UC, no se puede hablar de «construcción» de la Gran Muralla China -ayer símbolo territorial, hoy ícono turístico-, sino que de «construcciones» divididas en cinco etapas: la previa a la dinastía Qin; desde la dinastía Qin; la dinastía Han; luego un período de menor intensidad, y, posteriormente, desde la dinastía Ming, siglo XIV en adelante.

«El protagonismo y simbolismo de la muralla ha ido cambiando a través de los tiempos. Adquiere mayor sentido hablar de un entramado de murallas que de una sola muralla».

Montt asocia a esta muralla las ideas de «unión», «poder» y «supremacía». «El límite que establecía la muralla varias veces fue sobrepasado por los límites del imperio chino y durante largos períodos funcionaba más bien como camino que como muro divisorio, incluso burlada por sobornos o sobrepasada en los sectores donde, simplemente, no había muros».

—¿Qué traumas, conflictos o fracturas sociales generaron las construcciones?
«Muchas veces se habla de la gran muralla como una ‘vieja estructura empapada en sangre y lágrimas’ o ‘el mayor cementerio del mundo’, haciendo referencia a los muertos víctimas de la construcción del muro. Hasta el día de hoy, la Gran Muralla despierta controversias en torno a los objetivos por la cual fue construida y cómo ha sido utilizada».

Los muros ideológicos

Según Johannes Rehner, los muros pueden marcar en un sentido material y en un sentido imaginario. «Son ideas de fronteras que están en el territorio, que uno las siente, que separan un territorio que yo percibo como mío, y qué es lo que yo percibo como lo otro, como el territorio de otro grupo social». La Cortina de Hierro fue un epíteto de la Guerra Fría y una barrera ideológica, política y militar que dividió simbólicamente a Europa durante gran parte del siglo XX.

«Los sistemas marxistas no podían existir sin la prohibición de viaje, salvo para pequeños grupos, para personas designadas con garantías», dice el historiador Joaquín Fermandois. «La gente que era una carga para el Estado las dejaban ir. En Yugoslavia, en la década del 60, se empezó a abrir la llave; es el único que podría ser, en cierta manera, una excepción».

Fermandois explica que una de las características del bloque soviético era impedir la libertad de movimiento. «A la inversa era diferente: la gente huía en masa de los sistemas comunistas a otros y no a la inversa. Fue una característica permanente en toda la historia. Y el sistema cae cuando el muro cae; hay una correlación muy grande con eso».

El historiador indica que la Cortina de Hierro era lo mismo que el Muro de Berlín, salvo que en esta ciudad cobró materialidad «de concreto», mientras que en el resto de Europa tenía forma de alambre de púas y minas. «Es importante tener en cuenta que aunque siempre hubo Cortina de Hierro en las dos Alemanias, en Berlín por estar bajo un estatus especial, antes de 1961 había libertad de movimiento y por ahí se estaban yendo muchos grupos importantes de Alemania Oriental a Alemania Occidental. Para poder sobrevivir el régimen prohibió eso y la única solución fue un muro, que es el gran símbolo».

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