Canal 13 registró la producción de la imagen de cedro, desde su génesis en los bosques ecuatorianos hasta las mestizas muestras de fe en los pueblos del sur de Chile. Es un regalo del papa Benedicto XVI para nuestro Bicentenario.
Patricio Contreras Vásquez
Fue en los llanos de Maipú donde hace casi dos siglos se libró un combate decisivo. Tras el repliegue realista del 5 de abril de 1818, José de San Martín saludó el arribo del «inválido» O’Higgins, baleado en Cancha Rayada y que dos semanas antes había jurado levantar un santuario a «Nuestra Señora del Carmen» en el lugar donde se decidiera la «batalla favorable a la independencia».
En esa tierra yerma —una necrópolis de vencedores y vencidos que hoy yacen bajo el Templo Votivo— es donde comienza el relato de «María del Bicentenario», un reportaje de Canal 13 que registra la creación de la Virgen del Carmen Misionera, una figura religiosa que el papa Benedicto XVI donó a Chile con motivo del Bicentenario, y que desde abril recorre nuestra intrincada geografía.
A través de Misión 13, la programación religiosa del canal católico, se han desarrollado diversos productos audiovisuales destinados al registro y masificación de la vida religiosa. Con el reportaje de la Virgen Misionera —a estrenarse el sábado 17 de julio, a las 16:40 horas— pretenden capturar y transmitir la devoción popular de una fe barnizada por la mezcla cultural del continente. Este fue el itinerario.
En la selva ecuatoriana
Ricardo Villalba es un paradigma de la raigambre artesanal quiteña que se respira en San Antonio de Ibarra, un pueblo al norte de Quito sostenido por este trabajo colonial. «El oficio es de parte y parte», cuenta al teléfono Villalba, quien no se define como escultor, pero sí como artesano. «La parte de la pintura es de mi tío, que es considerado uno de los mejores pintores de por aquí; se llama Eladio Sevilla. Y la parte de la escultura, quizás por nacer en este pueblo. Acá todos sabemos hacer esto. Yo no tengo estudios de arte».
Fue Benedicto XVI quien le encargó a Villalba la creación de la Virgen del Carmen Misionera. Su experiencia lo avalaba, pues había trabajado en el Centro Nacional de Restauración y Conservación en la Recoleta Dominica, colaborando con el policromado de la Virgen del Carmen quemada el 2008. «Ricardo ya conocía la iglesia, conocía la historia de la devoción chilena a la Virgen», cuenta María Ester Roblero, productora ejecutiva de Misión 13.
Conducido por la actriz Ingrid Parra y dirigido por Eric Heinsohn, el registro se despliega por los frondosos bosques de Ibarra, asediados por tropas de las FARC colombianas. Ricardo Villalba posee algunas hectáreas de donde recupera la madera —cedro, nogal y naranjo— que utiliza en sus esculturas. Recupera y no tala, pues sólo usa su motosierra cuando hay un árbol caído por la fuerza del viento o el dictamen de la longevidad. «Quiere decir que ya es maduro y está listo para trabajar», aclara.
Luego, con un sistema de cables —un transporte estilo canopy—, arrastra los bloques de madera hasta su taller, donde en tiempos florecientes empleó a casi setenta artesanos pero que hoy, tras la crisis, se redujo a un décimo. Mantiene, eso sí, los estándares de calidad: siempre usa madera libre de savia, y encarecidamente mide su humedad para iniciar el rebaje. «Hacer escultura es fácil», constata frente a las cámaras. «Es quitar lo que no debe estar, como dice Miguel Ángel».
El artesano también realizó una réplica en miniatura del Templo Votivo, la que se asentó en la base de la figura. Miniatura que parece rememorar la promesa o’higginiana, aún vigente en los albores del Bicentenario.
Tradición chamantera
Mientras las gubias de Villalba modelaban la Virgen Misionera, en Chile se ideaba el manto que la vestiría a ella y al pequeño Jesús en sus brazos. Se mantendría una sintonía entre la fe y los habitantes originarios del territorio chileno. El padre Héctor Gallardo, Vicario de la Zona Oeste y director del Departamento de Liturgia del Arzobispado de Santiago, determinó qué signos de pueblos originarios irían, mientras que la diseñadora Paula Silva fue la encargada de distribuirlos en la prenda. «Había varias alternativas —dice Silva—, pero se optó por esta greca que es el borde más las estrellas (una por cada región del país), más el escudo y la cruz de Chile».
Quien concretó la idea fue Julia Peralta, chamantera de Doñihue. La propuesta de Paula Silva, sin embargo, tuvo que adaptarse a las posibilidades técnicas de Peralta. «Eran cosas nuevas que yo no había hecho», dice la chamantera. «Por ejemplo, el kultrún de los mapuches; hice unos indios, tuve que hacer un moái, una tortuga pascuense». Entremedio vino el terremoto que arrasó con su pueblo natal. «Gracias a Dios mi casa no se cayó, pero se dañó el taller donde yo tejo. Acá quedó todo en el suelo; ahora no es Doñihue como era antes».
Julia Peralta se desvela pensando en la extinción de su arte, tal como Villalba lamenta la impaciencia de los aprendices por la extenuante y detallista labor del policromado. «Estamos todas las chamanteras avanzadas de edad —no viejitas—, pero ya no se teje y no va quedando nadie en la familia», dice con resignación. Y ante las cámaras la chamantera confiesa que seguirá trabajando «hasta que Dios me dé aliento».
Pañuelos blancos
El miércoles 24 de marzo pasado, el papa Benedicto XVI bendijo la efigie de la Virgen en presencia de Ricardo Villalba y una delegación chilena encabezada por el cardenal Francisco Javier Errázuriz. Sería Tarcisio Bertone, brazo derecho del Sumo Pontífice, quien traería la Virgen a nuestro país. El 11 de abril ingresó a la Catedral Metropolitana y luego se paseó por distintas zonas de Santiago, trayecto que incluyó el edificio residencial «Don Tristán», fracturado por el terremoto y que hoy se erige como postal del desastre en Maipú. Después enfiló a Rancagua, el archipiélago de Juan Fernández, Ancud y una serie de pueblos de la región de la Araucanía.
La devoción popular brindó un cálido recibimiento a la escultura de Villalba. María Ester Roblero apuesta por un subtítulo para la llegada de la Virgen a cualquier zona: «pañuelos blancos». Sin embargo, el recibimiento era diverso: bomberos, pie de cueca, gente al camino, autoridades comunales, bandas, velas, marcha de escolares y homenajes étnicos con lonkos y niños.
Fue en Misión Boroa, en la región de la Araucanía, donde el mestizaje cultural se fundió en la devoción por la llamada «Patrona de Chile». La llegada de la Virgen del Carmen Misionera a esta localidad —que goza del amparo de unas monjas capuchinas— estuvo presidida por la machi Lorenza, una anciana de ochenta años que en mapudungún rezó silenciosamente frente a la escultura. «Es bonito ver una machi con una devoción tan marcada a la Virgen -dice Roblero- y, a la vez, manteniendo toda su identidad y costumbre mapuches».
De la machi Lorenza al mestizo arte quiteño de Ricardo Villalba, la Virgen del Carmen Misionera sintetiza la multiculturalidad de la devoción popular de este lado del mundo, y encubre, por cierto, el sigiloso oficio de los modeladores de su estampa y los sastres de su andar, orgullosos de poner su arte a disposición de la fe. Como reza la décima popular, «Virgen Santa del Carmelo/ benaiga quien la adornó/ dichosa esté en su aposento/ buenas noches le dé Dios».
Buenos días, me gustaría contactar con el escultor ricardo villalba, soy de sevilla, España, y recientemente han llegado a mi dos esculturas que sospecho pueden ser de este artista, no encuenteo su correo electronico ni ningun contacto de el en ningun sitio.
Me podría ayudar?
Un saludo