
Travieso e indisciplinado, a los 16 años comenzó a publicar artículos de historia. Tuvo insignes maestros: Julio Montebruno, Enrique Matta y José Toribio Medina. Dirigió la Biblioteca Nacional y estimuló su modernización. Con sus investigaciones recobró personajes como Jerónimo de Vivar y fray Melchor Martínez, y editó el epistolario de Diego Portales. Integró innumerables sociedades históricas de Latinoamérica y fundó la revista «Mapocho».
Su legado a Chile. Contribuyó a la historiografía con obras como «Historia de las fuentes de la bibliografía chilena» e «Historiografía colonial de Chile».

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