PCV.— A los 88 años falleció en su casa de Montevideo el escritor Mario Benedetti. El uruguayo padecía de un precario estado de salud, que lo llevó a estar hospitalizado el año pasado por problemas respiratorios y este año por complicaciones intestinales. Benedetti fue autor de más de 80 obras, desde novelas —como la epistolar La Tregua— a poesía, ensayos y cuentos. También destacó por su compromiso político, saliendo al exilio en la década de 1970 y volviendo a su Uruguay natal en 1985. Antes de fallecer estaba escribiendo un libro cuyo título tentativo era Biografía para encontrarme.
Despedida
Adiós Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti Farugia, epítome de los cinco nombres italianos, anciano de mostacho blanco y rostro triste, pero bondadoso y cercano. Ya estás junto a los grandes de nuestra lengua, tú lengua, tan cercana y moldeable, tan criolla y regionalista; junto a Cortázar, el europeizado-argentinizado; junto a Borges, el hombre de los mil mundos; junto a Quiroga, tu compatriota y perfecto cuentista; junto a los grandes poetas: Machado, Lorca, el romanticón de Becker, el americanista Neruda, la gran maestra Mistral, Rubén Darío, Octavio Paz y todo el panteón de nuestros vates hasta el Inca Garcilaso, articulador de versos europeos con realidad americana, espejo del Garcilaso español, sucesor de Manrique y antecesor de Cervantes, coterráneo de Quevedo y Góngora, los grandes poetas del siglo XVII. ¡Mira a dónde nos llevó tu recuerdo! Mario Orlando Hamlet, como el Hamlet de Shakespeare, ese personaje atribulado por la muerte de su padre, por la muerte en general, esa muerte democrática, que nos alcanza a todos y que te tomó a ti, tu cuerpo, tu carne y huesos, pero no la tinta desparramada en tus papeles, esbozada por tu pluma, tocada por los dioses. Dijiste: «Me gustaría mirar todo de lejos pero contigo». Así será: tus libros, tus creaciones, quedan. Estás con nosotros, no lejos. Y estás con ellos, tus hermanos de letras. Salúdalos de nuestra parte.
Extrañandote desde el lado obscuro de mi corazón..
La noticia de tu partida me ha caido como un manotazo a un zancudo. como quitarle los dientes a un canibal y como quitarle su aroma a las flores…
Quisiera poner en invierno a las golondrinas… quitarle las lágrimas a los cocodrilos para usarlas… Romper en furia contra la muerte y maldecirla como lo has hecho. jugarle un doble o nada y recuperar tu vida…
Las campanas de luto han llenado mis oidos. La luna se fue al lado obscurodesde que te fuiste y el cielo no ha parado de llorar…
«Muerte en cumplimiento del deber»…
Recordandote desde desde este pequeño instante llamado vida…
Hasta siempre Don mario…
Benedetti Tremendo
Dejaste este otoño con una tremenda esquina rota, tu muerta.
Sin embargo, esta ausencia tuya está tan llena de palabras que dejaste impresas con la tinta de tus vivencias y de tus imaginaciones. Dejaste bienvenidas para todas los amantes que nos esperan llegar, dejaste novelas que nos acompañas en el viaje del entendimiento de otros tiempos, nos dedicaste a todas las futuras generaciones de jóvenes un libro entero para empoderarnos de estos tiempos y cambiarlos.
Por eso siento una tregua con esta muerte tuya tan anunciada por los medios,
me queda el lado calido del corazón y no el oscuro, que solo contiene el sabor amargo a la despedida de tu paso por todas nuestras vidas en esta tierra.
Me queda tu compañía por las calles de este país que es tan distinto al tuyo, me queda tu voz que no se apaga porque hay más de cientos de páginas, canciones y películas que te citan y te traen a la vida.
Por eso hoy me duermo con la tranquilidad de saber que estás, que esta muerte tuya que anuncian en las radios, periódicos y noticieros burdos, es mentira porque no has muerto estás aquí en estas palabras y en todas las que dejaste…