PCV.— La Antología del Cuento Fantástico Hispanoamericano, seleccionada, prologada y anotada por el poeta y ensayista chileno Óscar Hahn, reúne a 29 cuentistas del siglo XX que, a través de distintos viajes narrativos —algunos brevísimos, otros más extensos—, llevan al lector a horizontes más allá de la razón, a ese terreno movedizo entre lo real y lo soñado.
Hahn aclara que la dimensión de lo fantástico en su selección es amplia, colindando con otras definiciones en boga durante la centuria pasada: «real maravilloso», «realismo mágico», surrealismo», etc. Parafraseando a Tzvetan Todorov, nos dice: «Lo fantástico se caracteriza por una percepción ambigua de acontecimientos aparentemente sobrenaturales»[1].
Un elemento estructurante de los relatos es la naturaleza indómita. La lluvia, por ejemplo, adorna estos cuentos; lo hace el argentino Leopoldo Lugones con «La lluvia de fuego» o el aguacero cuprífero inexplicable; el mexicano Amado Nervo nos lleva a un país donde la lluvia es luminosa; Arturo Uslar Pietri, venezolano, nos deleita con su relato «La lluvia», uno de aquellos donde el visitante fugaz desaparece sin dejar rastro; y García Márquez nos presenta el “Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo”, antesala de su obra inmortal, Cien años de soledad.
Los animales también escapan de lo natural. El uruguayo Quiroga humaniza a un tigre y le da nombre: Juan Darién; el chileno Juan Emar, seudónimo de Álvaro Yáñez —hijo de Eliodoro Yáñez, fundador del diario La Nación— documenta la escalofriante historia de un loro de la aldea de Tabatinga que actúa sanguinariamente aún embalsamado; Cortázar, en tanto, nos enreda en el monólogo de un hombre-ajolote.
La selección se completa con una treintena de cuentos entre los que destacan el ya clásico «Viaje a la semilla», del cubano Alejo Carpentier; «El dinosaurio», cuento de Augusto Monterroso de infinitas interpretaciones:
«Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba ahí»[2],
cuentos de Borges, Bioy Casares, Silvina Ocampo —¡qué trío!— y el insuperable, a mi juicio, Julio Cortázar. A su relato «Axolotl» se suman «Casa tomada», «La noche boca arriba» —una onírica versión de las guerras floridas aztecas— y el breve «Continuidad de los parques», este último erigido como la consagración de la sorpresa sintetizada en un relato de dos páginas, que invita a sus lectores a comprar un sillón de terciopelo verde, sumergirse en lo fantástico, real maravilloso o realismo mágico —da igual— y releerlo una y otra vez.
[1] Hahn, Óscar; Antología del Cuento Fantástico Hispanoamericano (Santiago: Editorial Universitaria, 2005), p. 15
[2] Monterroso, Augusto; op. cit., p.335
Ayy Pato, esta selección de cuentos es maravillosa!! y la que tu me prestaste no se queda atrás, definitivamente el Axolotl y Viaje a la Semilla son unos cuentos increíbles!
Sabías algo de Oscar Hahn? te dejo con un poema
EN UNA ESTACIÓN DEL METRO
Desventurados los que divisaron
a una muchacha en el Metro
y se enamoraron de golpe
y la siguieron enloquecidos
y la perdieron para siempre entre la multitud
Porque ellos serán condenados
a vagar sin rumbo por la estaciones
y a llorar con las canciones de amor
que los músicos ambulantes entonan en los túneles
Y quizás el amor no es más que eso:
una mujer o un hombre que desciende de un carro
en cualquier estación del Metro
y resplandece unos segundos
y se pierde en la noche sin nombre