PCV. — El imparable crecimiento de Google ha planteado más de alguna aprensión o interrogante en torno a su poder omnímodo. La facilidad de su buscador y la costumbre en su utilización han potenciado el amplio abanico de herramientas que la empresa ha desarrollado, culminando este año con el G1, un teléfono celular de alcances comerciales insospechados. Pero frente a la omnipresencia googleana hay algunos que han levantado la voz.
Una de esas personas no estuvo en Chile pero sí en la Feria del Libro de Buenos Aires. A mediados de 2008, la filósofa francesa Barbara Cassin -discípula de Heidegger y directora de investigación en el CNRS, de París- presentó su libro Googléame. La segunda misión de Estados Unidos, una revisión al lado oscuro del motor de búsqueda utilizando algoritmos matemáticos, filosofía griega y vínculos con la política internacional del desprestigiado George Bush [la primera «misión»].
Utilizando la metáfora del Gran Hermano -que vigila y ve todo-, Barbara Cassin alaba la simpleza del buscador de Google, pero advierte sobre el trasfondo que subyace a esta idealización. En entrevista con Pedro Lipcovich, del periódico trasandino Página 12, la filosofa denunció que el algoritmo desarrollado por Google -mientras más vínculos se enlazan a una página, más presencia consigue en el buscador- no es garantía democrática:
«Google se presenta como el campeón de la democracia cultural, que haría posible un acceso generalizado a la información -plantea Cassin-, pero en verdad no es democrático: para Google, un clic, un enlace, es un voto. Pero la suma de clics no hace un pueblo, es decir: no hace un mundo en común. La democracia requiere lo que los griegos llamaban una paideia: en este caso, una manera de instruir a la demanda, ayudarla para que pueda encontrar lo mejor».
El algoritmo del buscador -conocido como page rank– privilegia la cantidad y no la calidad. Google es una herramienta de confusión, dice Cassin, antes que de aclaración o iluminación. «La democracia en términos políticos es dar a cada uno los medios de elegir y reflexionar lo que para él es lo mejor; lo mejor no es igual para todos».
Otro paradigma de la ausencia de criterio en la red es Wikipedia. «El hecho de que todo sea «información», y por lo tanto esté en el mismo nivel, no ayuda a discriminar», plantea Cassin. Wikipedia, la utopía universal, la enciclopedia hecha por todos y para todos. Responde la autora a esto: «Refunfuña Heidegger a propósito de los coloquios, ¿por qué del cúmulo de las incomprensiones saldría una comprensión?»
Y una reflexión final en esta misma línea:
«¿Qué significa dar a quienes no saben aquello que los que saben no quieren para ellos? Sin duda alguna, uno de los desafíos para toda enseñanza y toda pedagogía en la actualidad es aprender a utilizar la Net, aprender a «criticar», a problematizar y a construir por lo menos tanto como a buscar, encontrar y copiar-pegar. Eso es lo que sin lugar a dudas es uncontroversial, bueno para todos los hombres de buena voluntad, pero uno no se libera tan fácilmente de la confusión entre información y cultura».