Citas del Poema del Cid (I)

El Cid en las estampillasUn héroe perfecto, mesurado, único, que enfrenta a un rey defectuoso y engañado. El poema del Cid, relato épico que versa sobre las venturas y desventuras de Rodrigo Díaz de Vivar, ha resistido el paso del tiempo y enaltecido el carácter hidalgo de su protagonista, peculiar por su accionar libre antes que por la carencia de un linaje noble. En esta oportunidad Cosmópolis presenta algunos fragmentos de la versión en romance moderno del también español Pedro Salinas (1925):

Adiós del Cid a Vivar
Los ojos de Mío Cid mucho llanto van llorando;
hacia atrás vuelve la vista y se quedaba mirándolos.
Vio como estaban las puertas abiertas y sin candados,
vacías quedan las perchas ni con pieles ni con mantos,
sin halcones de cazar y sin azores mudados.
Y habló, como siempre habla, tan justo y tan mesurado:
“¡Bendito seas, Díos mío, Padre que estás en lo alto!
Contra mí tramaron esto mis enemigos malvados”.

Contra las haces enemigas del rey de Valencia
Allí vierais tantas lanzas, todas subir y bajar,
allí vierais tanta adarga romper y agujerear,
las mallas de las lorigas allí vierais quebrantar
y tantos pendones blancos que rojos de sangre están
y tantos buenos caballos que sin sus jinetes van.
A Santiago y a Mahoma todo se vuelve invocar.
Por aquel campo caídos, en un poco de lugar
de moros muertos había unos mil trescientos ya.

El regalo del Cid al rey de Castilla
“Oídme, Álvar Fáñez Minaya, vos que sois mi diestro brazo:
de todas esas riquezas que el Creador nos ha dado
cuanto para vos queráis cogedlo con vuestra mano.
Para que se sepa allí, quiero a Castilla mandaros
con nuevas de esta batalla que a moros hemos ganado.
Al rey don Alfonso, al rey que de Castilla me ha echado
quiero hacerle donación de treinta buenos caballos,
cada uno con su silla, todos muy bien enfrenados,
todos con sendas espadas de los arzones colgando”.
Dijo Minaya Álvar Fáñez: “Yo lo haré de muy buen grado”.

Codicia de los Infantes de Carrión
“Mucho cunden las hazañas de este Cid Campeador,
en casarnos con sus hijas ganaríamos los dos,
pero vergüenza tenemos de decirlo, porque no
es el suyo buen linaje para condes de Carrión”.

Se recompone el honor familiar del Cid
A la madre y a las hijas mucho el Cid las abrazaba
Y del gozo que tenían todos los cuatro lloraban.
Esas mesnadas del Cid muy jubilosas estaban,
jugaban a juegos de armas y tablados derribaban.
Oíd lo que dijo Rodrigo, que en buen hora ciñó espada:
“Vos, doña Jimena mía, querida mujer y honrada,
y las dos hijas que son mi corazón y mi alma,
en la ciudad de Valencia conmigo haced vuestra entrada,
en esta hermosa heredad que para vos fue ganada”.
Allí la madre y las hijas las dos manos le besaban
y en medio de grandes honras las tres en Valencia entraban.

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5 comentarios sobre “Citas del Poema del Cid (I)

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