Pudo ser abogado, pero abandonó sus estudios por la poesía. En 1935 publicó, junto a Volodia Teitelboim, «Antología de la poesía chilena nueva», texto polémico por incluir tendencias emergentes y excluir a Gabriela Mistral. Cultivó un lirismo asociado a la belleza y la muerte e integró la Generación del 38. «Muchos críticos han creído justo calificarme como autor de poesía intelectual. Creo que así es», escribió en el prefacio de «La belleza de pensar», de 1988, año en que recibió el Premio Nacional de Literatura.
Su legado a Chile. Conjugó su pasión intelectual con la fantasía creadora. Es uno de los poetas chilenos relevantes del siglo XX, autor de obras como «Venus en el pudridero».